domingo, 2 de marzo de 2014

Pregón

Desde hace tiempo mantenemos en Alcalá un debate , oficioso, sobre nuestro Pregón de Semana Santa.

Hoy entro de lleno en ese debate, porque no termino de comprender determinadas decisiones que toma nuestra Junta de Cofradías, respecto a este acto. Al mismo tiempo que estoy en contra de ese “navajeo cibernético” al que se dedican en cuerpo y alma determinados “anónimos” con el único fin de tirar por tierra cualquier cosa que de a luz el mundo cofrade alcalaíno.

Fijándonos en la fecha del pregón, sólo encuentro justificación en envolver todos los actos cofradieros que se desarrollan desde el comienzo de la Cuaresma. Esto no tiene que ser así .Puesto que el pregón debería ser el pistoletazo de salida de la Semana Santa y no el anuncio del comienzo de la Cuaresma. Además que se hagan otros pregones “menores” de algunas cofradías, asociaciones o tertulias ,no tienen porque quitarle protagonismo al gran pregón.

Este cofrade preferiría que se hiciese una o dos semanas antes del Domingo de Ramos. En cuanto al lugar me parece bien la Catedral-Magistral, aunque valdría otro recinto como es el Teatro Salón Cervantes. Personalmente prefiero el primer templo de nuestra Diócesis para vocear el anuncio de la Semana más importante de la cristiandad. 

También invitaría a una banda de música. Es cierto que el pregón no es un concierto, pero no estaría mal contar con una banda que tocase un par de marchas al inicio para dar entrada al pregonero. Durante el discurso daría libertad, al pregonero, para incluir algo de música como : alguna marcha o alguna saeta. Evidentemente lo importante es la palabra, pero la música está muy presente en la forma que celebramos la Pasión en este bendito país. Música que está muy presente en toda la liturgia católica. No es un invento de los cofrades sino una continuidad en la calle de lo que sucede en nuestras iglesias.

He dejado para el final el elemento más importante del pregón, el pregonero. En cuanto al momento de su elección , creo que debería ser en junio . Sobre todo para darle tiempo a preparar el acto con tranquilidad y porque es una época en el que la Junta de Cofradías está más descargada de trabajo. Si tuviese que decir que requisitos debería de reunir nuestro vocero, señalaría los siguientes: Ser cofrade, un gran conocedor de la Semana Santa complutense y por supuesto saber expresar ese conocimiento de nuestra pasión, que no es fácil.

Con lo dicho anteriormente, he tratado de compartir con ustedes el boceto de una opinión personal en el convencimiento que nuestra pasión y sus distintas expresiones mejoraran con el trabajo de todos. Si queremos influir hay que hacerlo en los cabildos y participando en la vida de nuestras cofradías. Sitios como Alcalá Cofrade u otros nos dan la oportunidad de opinar y compartir nuestras inquietudes, pero al final para cambiar las cosas hay que hacerlas en nuestras cofradías.

En cuanto al pregonero de este año, espero que a Don Florentino Rueda le salga un pregón que nos llegue a todos. Dicho esto, tengo la esperanza que sea una lección de catequesis, y al mismo tiempo una invitación ilusionante para participar de forma activa en la vida de nuestras cofradías. De cofrades y hermandades alcalaínas, pocos en esta ciudad saben tanto de nuestras luces y nuestras sombras como Don Florentino. 

Usted Monseñor Rueda, que sabe del cáliz amargo que hemos tenido que bebernos sorbo a sorbo muchos cofrades de esta ciudad, por la situación que han vivido nuestras cofradías. El próximo sábado esperamos que su discurso nos sepa a almíbar hecho con la mejor miel de su tierra. Suerte.

He dicho.

viernes, 22 de marzo de 2013

Porque te llevo dentro de mi

Una tarde de cuaresma conseguí romper mí pereza (física y espiritual). Me encaminé por la calle Victoria y a la altura de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales me di cuenta de la presencia de un amigo. Aligeré el paso para darle alcance, pero cuando me estaba acercando a él. Sentí que este hombre estaba abstraído en sus pensamientos y me di cuenta que yo era participe de ellos. Continuaba caminando, llevando a sus hijas de la mano. Este alcalaíno que se llama… ¡qué importa! Llámele usted: Diego, Justo, Pastor o Bartolomé.

Como iba diciendo, iba ensimismado en sus pensamientos. Concretamente miraba hacia la torre de la Magistral. Miraba al cielo, que esa tarde estaba dibujado de nubes grises. Ante sus ojos parecía como si la torre con su tejado de pizarra dibujase de manchas grises el cielo complutense. En ese momento se paró junto a la Ermita de Santa Lucia. Pensó que la torre de su Catedral emborronaba el cielo con sus pecados. Y decidió pasar dentro.

Yo que estaba detrás de él, me paré al ver la entrada de la Magistral. Me acordé de mí coqueta Catedral blanca, y me preguntaba si ya tendrían puesta la rampa. Me imaginaba a todas las cofradías gaditanas haciendo Estación de Penitencia en ella. En ese instante me envolvió un sentimiento de nostalgia. En fin, un corazón andaluz que añora Novena y mira con cierta severidad a Mayor. Los recuerdos se iban al embrujo de Jabonería, los alardes de Nueva o la infancia en Rosa. Todo ese embrujo se concentró en un instante.

Decidí pasar a la Magistral, llevado por la culpa de un sentimiento de suficiencia que tantas veces he rechazado, al percibirlo en otros, por lo injusto que es. Por ello, entré en el primer templo de la Diócesis de Alcalá. Para orar y para encontrarme con Aquél que pudiéndolo todo sufrió y murió como nosotros. Comencé a rezar. Me acerqué a confesarme. Cumpliendo con la penitencia que me había encomendado el sacerdote. Dediqué unos momentos a recriminarme la falta de humildad y de sensibilidad que había tenido respecto a la Pasión Complutense. Cuando terminé de reconciliarme conmigo mismo. Levanté la vista y vi a mí amigo que estaba rezando. De repente esbozó una sonrisa. Presté atención para comprobar si todavía podía leer sus pensamientos. Efectivamente, su sonrisa era debida; porque desde donde estaba sentado veía al fondo a Jesús montado en “la borriquita”. Era como si se le acercase la Semana Santa de frente. Además desde donde estaba, al estar la Magistral a oscuras, se percibía el resplandor que salía de la capilla del Resucitado. Era como si el tiempo se hubiese comprimido en el banco en el que estaba sentado. Era cuaresma, la imagen de la “borriquita” que representaba la Semana Santa que se acercaba y al final la Gloria de Resurrección. Quiero decirle a usted que sigue leyendo con paciencia, que mí amigo estaba sentado en el decimosegundo banco empezando a contar por la reja de la entrada de la Magistral, justo en el lado donde están la capilla de Nuestra Señora del Val y San Diego. Si lo comprueba recuerde sentarse en la esquina del banco. ¡Ya verá!.

A todo esto mí Cicerón involuntario abandono el templo catedralicio. Con sus hijas tomó San Juan dirección a las Bernardas. Ya sentado en la Plaza mientras sus “ángeles” corren dando vueltas elípticas, como si quisiesen dibujar la planta de tan singular Iglesia, en ese momento miró hacia la puerta. Con nostalgia recordaba aquellos años en los que a la primavera complutense le brotaba su primera Flor. Esa flor de pétalos negros y dorados llamada Soledad. Llamó a las niñas y les contó que por esa puerta llegaba en su paso de palio, con olor a primavera e incienso la Reina del Cielo, en su advocación de María Santísima de la Soledad. Explicaba, con gran cariño, que era la Virgen “más andaluza” de la Semana Santa alcalaína. En un intento de mostrarles el amor que él siente por todo lo de su tierra. Les dijo que prestaran atención al sonido que se escucha al paso de la Señora. Que tuviesen cuidado porque si solo utilizan sus ojos y oídos sólo escucharían y verían el crujir de sus varales. Pero en cambio si utilizan su alma se darían cuenta que no crujen los varales. Sino que se trata del tintineo de los corazones de todos los anderos y costaleros que se han ido incorporando a esa bendita “locura” de la carga, que inició en Alcalá de Henares, la más Antigua de nuestras hermandades. Difícil trabajo el que tiene que soportar esa trasera al llevar tanto sentimiento colgado de esos candelabros de cola.

Al poco comenzaron a andar hacia la calle Mayor pasando por San Felipe, otro de esos rincones que parecen pensados para que el hombre encuentre su dimensión en esta bendita ciudad. Al enfilar Mayor, las pequeñas alcalaínas corrieron entre las columnas cruzando de acera en acera. A mí me recordaban a ese levante juguetón que lleva su soplo de vida por todos los rincones de mí “tacita”. Mientras tanto nuestro alcalaíno las contemplaba mientras ellas pintaban requiebros de alegría alrededor de las recias columnas.

Siguiendo su camino llegaron a Libreros y las nenas, cogiéndole de las manos, le pidieron entrar a Santa María. Querían ver a la Señora ya que la curiosidad les invadía. Estuvieron rezando, al despedirse de Ella supo que la próxima vez que la mirase no sería Soledad lo que viese en su rostro. Sabía perfectamente que sería dolor.

El dolor de una Madre por la muerte de su Hijo. El dolor que sigue sintiendo Ella cuando pecamos contra Él y nuestros hermanos. Esa cara de dolor la verá justo antes de comenzar su Estación de Penitencia. Habrá un pequeño instante en el que mí amigo se quedará en soledad. Será cuando sus hermanos de luz estén ocupando la calle, y sus hermanos anderos miren a Nuestro Señor muerto. Nuestro alcalaíno mirará su cara, pedirá perdón por todo lo que pecó. Pecados que dejan huella en el Corazón de Dolores. Los mismos que se reflejan en cada muesca de la campana que tocará esa noche. El sabe que cada golpe de campana supondrá un latigazo en los penitentes hombros de sus hermanos. Su mano, que tantas veces ha estrechado con ellos, se convertirá en la mano del centurión que al golpear la campana fustiga la espaldas de estos nazarenos, que recorren las calles de Alcalá. Esa será su penitencia, el saberse un nuevo Longinos. Que en esta ocasión en vez de lanza utiliza un martillo.

Le animo a usted a que estos días se deje llevar por sus buenos sentimientos y mire todo lo que ocurre a su alrededor con los ojos del corazón. Déjese amar por Dios. Y recuerde que aquí en Alcalá la luna estos días también tiene embrujo.

Hasta pronto. Que será cuando quiera Dios.

Dedicado a todos los que quieren Alcalá y me han enseñado a amar su Semana Santa.

martes, 26 de febrero de 2013

Conocer para querer

Ahora que hemos comenzado la Cuaresma, tiempo que utilizamos los cristianos para acercarnos más a Dios.

Quiero dirijirme a ese alcalaíno que conoce su ciudad , pero que no la vive. No sé de tus circustancias personales , ni profesionales; ni en que barrio vives. Pero quiero hacerte llegar una invitación que hacemos los cofrades alcalaínos todos los años.

Invitación para compartir un sentimiento tan grande como el mismo AMOR que llevamos sobre nuestros hombros. Ese sentimiento que nace en el corazón de cada uno de nosotros , siempre teniendo como fuente inspiradora a Nuestro Señor Jesucristo.

Puedes encotrar cobijo, que todo hombre necesita, en todas nuestras hermandades y cofradías. Así compartir ese sentimiento con otros que son como tú. Y que están deseando conocerte.

En este tiempo de Cuaresma salpicado de actos litúrgicos y conciertos, que nos hacen vivir este momento tan especial con más intensidad. Días de reencuentro con hermanos que no ves hace meses; de cuadrillas que van “asfaltando” de ilusión , en sus ensayos, las calles de nuestra Alcalá ; y de portones por los que acceden , casi clandestinamente, cofrades deseosos de compartir con otros tertulias interminables.

Me gustaría que todo esto estuviese más presente en tú vida. Que encuentres ese camino de ida y vuelta que te propongo. Porque sin que los sepas, anhelamos tenerte entre nosotros . No por lo que te estas perdiendo sino también por todo lo bueno que nos podrías aportar. Siempre encontrarás un cofrade dispuesto a compartir contigo sus vivencias y a descubrirte no sólo como vivimos la palabra de Dios (siendo lo más importante), sino que puedas paladear , también, un trozo vivo de la historia y de la tradición complutense.

Hasta pronto.